domingo, 31 de marzo de 2013

Los abuelos deberían ser para siempre


Y digo yo que qué más le dará a la vida,
Aprender de ellos, hacerse la olvidadiza,
Ser más paz, más tranquila,
Y no llevárselos a ningún lugar mejor.

Y digo yo que qué más le dará al mundo,
Dejarles ser desde su hueco del sofá,
Prestarles un par de tardes en el banco de la plaza,
Regalarles almendras garrapiñadas los domingos.

Y digo yo que qué más le dará a la distancia,
Si yo me conformaba con escucharte por teléfono,
O aparecer en verano por detrás del sillón y decirte,
“Yaya, ves como te dije que vendría a verte”.

Y digo yo que qué más le dará al mar,
Haber esperado al verano para verte de cerca,
Dejar que te sacudieras la arena de tus zapatos,
Que se tiñeran de sol tus pañuelos al cuello.

Y digo yo que qué más le dará a Dios,
Si yo ya creía en él antes de convertirte en ángel,
Que yo no necesitaba rezarte para quererte,
Que le tendría más fe si los abuelos fuesen para siempre.

Que para ley ya estaban tus consejos,
Que para vida, las arrugas de cuando sonreías con los ojos.
Que para cielo, el de tu mirada,
Que para eternidad, la de tus manos.


Te querré siempre, yaya.


domingo, 20 de enero de 2013

"En casa"


Un lugar siempre es más bonito cuando es imaginación y recuerdo; y no lugar. 
Quiero decir que deseamos más el sentirnos “en casa” cuando estamos al otro lado del mundo.

Yo me imagino a toda esa gente que vaga cada día por los subterráneos de Barcelona, de casa al trabajo y del trabajo a casa, pendientes del móvil, de las últimas facturas o de la prisa de la ciudad condal. Y luego me recuerdo a mí, cuando vuelvo, coleccionando billetes de metro, instantáneas absurdas de cualquier fotomatón, servilletas de algún bar de algún rincón que me recuerda a mi infancia y un puñado de nudos en la garganta cada vez que paso por el colegio donde hice mis primeros amigos. Y pienso en cómo sería si mi vida hubiese seguido allí; quizá criticaría a todas horas lo caro que está el transporte, el frío que hace por las noches en invierno y hasta tendría manía a la fachada naranja que esconde las clases en las que estudié. 
Pero lo cierto es que adoro viajar en autobús con la nariz pegada al cristal con vistas a la ciudad, echo de menos ponerme bufanda y anorak, la estufa vieja que mi madre preparaba a la hora de la ducha, y también el sonido de las pulseras de mi profesora de mi primaria cuando escribía en la pizarra. 
Y me gusta mirar a la gente que corre por Barcelona y se pierde lo bonito de estar allí. 
Y al final, me alegro de no haber tenido tiempo de cansarme de tantas calles cuadriculadas y de tanto cielo gris. Y de sentirme como en un sueño cada vez que vuelvo a casa, y que parezca que mi familia es más familia sólo por la ilusión de los reencuentros. 

Y por eso, el hogar se siente más hogar cuando lo echamos en falta, pese a lo duro de vivir lejos de los que queremos y de nuestra niñez, pese a la duda de cómo hubiese sido la vida desde cerca. Y creo que estar lejos tiene la mejor de las ventajas: la oportunidad y la esperanza de volver.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Los sueños de Martina.

Martina era de esa clase de gente que memoriza las mil formas que dibuja el gotelé en el techo de la habitación, porque no conoce un plan mejor para sobrevivir que maldecir, tirada en la cama, a quien supuso que lo tangible es siempre más realidad que el tacto de una ilusión. A quien se resignó a los puntos y finales aún existiendo la magia de poder cerrar los ojos y seguir dejándose llevar por la imaginación.

Para Martina el día jamás se acaba y las cosas nunca salen mal, porque cerrando los ojos se pueden controlar todos los relojes, los horarios, las normas, los límites y las rutinas; puedes imaginarte siempre joven, siempre a tiempo.
Esa era la esencia de su vida, el poder bestial de aquella mente, capaz de jugar con los momentos y los espacios, de desmontar las fronteras y los planes del destino.

Lejos de la juventud, Martina viene arrastrando ilusiones desde hace más de cinco décadas. Tantos años acaban con las esperanzas y nunca dura tanto la inocencia, pero el ejercicio de desear en contra de los imposibles nos hace eternos.

Y así se convierte una mujer común en inmortal.

Cuarenta años limpiando el mismo suelo y barriendo los mismos desamores. Un puñado de décadas calzando la misma soledad. Llena la nevera a fin de mes con un trabajo que no ilusiona. En casa nadie la espera y tampoco comparte sofá. Una historia más de quien nace para ser corriente en un lugar cualquiera. Nadie mantendrá con suficiente fuerza su recuerdo, ni conocerá quién se escondía tras la piel de aquella mujer. A fin de cuentas qué puede guardar de especial alguien que se mueve entre el primer y octavo piso recogiendo el polvo y las oportunidades que los demás tiran por las escaleras.

Pero no conseguir la vida que quería y no alcanzar a ser lo que imaginaba que sería algún día, nunca convirtió a Martina en infeliz. Una mujer que arrastra el carrito de la limpieza desde niña puede del mismo modo empujar toda una vida con la fuerza de sus sueños. Puede que el azar no nos ayude a todos por igual a convertirnos en realidad de lo que aspiramos a ser, pero podemos vestirnos de la propia suerte de sentirnos llenos de la esperanza de amanecer pronto con el mundo bajo nuestros pies.

Así que Martina se vestía todos los días con una bata azul y un par de zapatillas que le daban un aire de señora apagada y mal humorada. Y cuando le pesaba la espalda de cargar con los problemas y recoger la marca de tristeza que dejaban la suela de los zapatos de los demás, volvía a casa y desnudaba su verdadero yo. Se tumbaba en la cama, cerraba los ojos, y se envolvía en la magia de soñar.

Y así era Martina…

domingo, 22 de enero de 2012

Distancia

Solíamos matar las horas queriéndonos. Ahora acostumbro a esconder la cabeza entre las sábanas que tantas madrugadas nos escucharon amanecer colgados del teléfono. Aquellas noches hubiese firmado el fin del mundo por enredarnos en caricias. Pero aprendimos el arte de arropar las ganas imposibles y los abrazos que no dimos en el hueco vacío de nuestras camas. Era la única manera de engañar al amor que me salía por los poros con que pronto no habrían espacios libres en mi colchón. Y al final resultó que las veces que te soñé respirando en mi almohada son las mismas en las que tú me olvidaste. Hasta que un día me descubrí llorándole a un teléfono que ya no sonaba. Sé que entendiste antes que yo que no sirve de nada quererse desde el otro lado del mar, porque no se pueden teñir de azul el dolor y el sinsentido de un amor a kilómetros. Y no te culpo por ello. Pero también sé que no hay una mañana en la que no me pregunte cómo sería si te hubiese podido mirar a los ojos para pedirte que no te marcharas. Y cómo diablos pude sentir que te alejabas aún más y que se multiplicaban los mares y las distancias que nos separan. Aún hoy puedo notar el nudo en mi estómago cuando nos recuerdo. Y puedo verte todavía en cada canción, en cada cielo y en cada playa. Y no he dejado de arruinar las madrugadas en las que ya no estás preguntándome una y otra vez cómo hubiese sido. Yo sólo quería una oportunidad de verme en tus ojos y de entenderte en tus gestos y en tus maneras. Lo único que necesitaba era desgastarnos para quitarme la sensación asfixiante de un amor que se ha ido sin ser usado. Y aquí estoy, colgada del momento en que decidiste que no valía la pena seguir esperando a que  por fin pudiésemos amanecer.

viernes, 13 de enero de 2012

Cómo

¿Cómo le perdonas a alguien que te deje de querer? Dónde se meten los sueños a su lado y las noches sin dormir. A quién le escupes los reproches y las dudas. Cómo te deshaces de los recuerdos, de los errores. Quién termina de pagar las promesas hipotecadas y quién te devuelve el tiempo invertido. Cuándo fue que se marchó y cuántas veces juró no hacerlo. En qué momento te equivocaste y por qué no quiso seguir sonriéndote siempre. Dónde se cobran las caricias y los besos que ya se han dado. Qué quedará de ti cuando no quede nada de ella. Por qué ya no te mira diferente y hasta cuándo seguirá su olor en tus pestañas. Qué se hace con el disimulo y el cosquilleo cuando está cerca. Por qué llegaste tarde. Qué sería de los dos si os hubieseis cruzado un poco antes. Dónde se tiran las ganas y la esperanza para que deje de doler. Cómo diablos se acaba con el amor si no se tiene la oportunidad de desgastarlo, ¿Cómo se perdona uno a sí mismo por no ser suficiente?

domingo, 7 de agosto de 2011

Volver

Volver a ser una niña escribiendo en un cuaderno amarillo letras alborotadas que se escapan volando hasta el cielo de Barcelona. Cerrar los ojos y respirar el olor a ciudad condal que pinta al corazón de rojo y hace infinitas las ganas de soñar. Volver a imaginar mi vida cuando sea mayor y soltar ilusiones por cada poro de mi piel. Volver a ser una soñadora sin que el tiempo me pille a medio despertar. Contagiar sonrisas que no tienen cura y ver el vaso siempre lleno a rebosar. Fabricar gafas de esperanza para las miradas tristes y los ojos empañados. Volver a tener cicatrizes en las rodillas por mi manía de correr muy deprisa tras los sueños. Volver cada vez que tropiece con el presente que lo destruye todo. Volver cuando ya no huela a calles cuadriculadas y me hayan cambiado el cielo por uno distinto. Volver.

martes, 7 de junio de 2011

Mi inmortalidad

''Te querré siempre'', le suelo decir. Y no hay nada más cierto. Aunque ya no suene a magia de tantas veces que lo repito. Pero no quiero que un día se despiste y se vaya a la cama olvidándose en algún rincón las ganas de vivir. Aunque para ser sincera, se pueden ir a la mierda la magia, las ganas y el mundo entero. Que ni el más grande de los motivos cambiaría que cada mañana salga el sol por ella.
Que el futuro, el amor, las letras, mil noviembres y el sueño de mi vida es algo que no me interesa si no está a mi lado. Que pueden extinguirse las razones para ser feliz y las sonrisas de todo el planeta que mientras esté conmigo seguiré teniendo un por qué. Quiero decir que la vida me huele a tristeza si la imagino sin ella. Que ser inmortal es verme en sus ojos todos los días.
Que tenerla cerca es como estar en casa aunque estés al otro lado del mundo. Es mi hogar.
Que podreis tener dinero, trabajo, ilusiones, fe, esperanza o felicidad en estado puro, pero yo la tengo a ella. Y eso es algo que no se puede comparar.
Que me he olvidado de ver si no es con su luz. Que nunca olvidaré que detrás de cada sueño pegado en mis pestañas está su mirada. Que mis letras morirán cuando se agoten sus sonrisas.

Lee esto cada vez que olvides tu por qué. Te quiero.

martes, 19 de abril de 2011

No ha dejado de llover

Hace veinte años nos convertimos en noviembre. Ya entonces escondía puñados de sueños en la mirada. Una vez sus ojos me contaron que soñaba con empaparse bajo la lluvia; completamente, hasta que las gotas dolieran en la piel. Y por eso la besé una noche de tormenta. Me prometió que cada mañana al despertarme sería noviembre. Noviembre en primavera, noviembre en agosto y noviembre en Navidad, daba igual. Todos los dias, aunque los termometros marcaran cuarenta grados y la gente caminara con zapatillas de verano. Ella y yo siempre pisaríamos sobre mojado. Siempre lloveria para nosotros. Pero me mintió.
Ha dejado de saltar charcos conmigo. Ya no usa bufanda ni me da abrazos para quitarme el frío. Se ha ido y no me ha dicho adiós. Son ya tantos inviernos que al final le han robado los recuerdos. Se los han llevado todos. Ya no recuerda nada. Nada.
Se sienta a mi lado. Me mira, y sonríe. Hoy me ha vuelto a conocer. Ayer también lo hizo. Y mañana será también la primera vez. Cada día me recuerda como alguien distinto. Cada día me olvida un poco más. No hay nada en su cabeza, todo lo arrasó el tiempo. También vacío su corazón. No existe nada. Solo este momento. Justo este.
Ya no recuerda mi amor. No sabe lo mucho que nos quisimos, no lo sabe.
He perdido la fe. Se que ya no va a volver y que pasará el resto de su vida dedicándome esa clase de sonrisas que se utilizan cuando te cruzas con un extraño por la calle. Llevo años esperando un milagro que reviente las estadísticas y la traiga de vuelta. Y me he cansado de esperar lo que nunca va a suceder y de pasar los días enteros junto a alguien que no recuerda ni mi nombre. Y se que debería olvidar que me prometió que cada mañana sería noviembre y aceptar que no existo en su memoria porque todos sus recuerdos se han borrado.
Pero esta mañana me ha mirado y he vuelto a ver en sus ojos ese puñado de sueños escondido. Y he sabido que hoy sucedería. El milagro.
- No ha dejado de llover.
Me sonríe. Sí, con esa clase de sonrisa. Ya se ha vuelto a ir. No sé cuando volverá. No se si volverá. Pero he recuperado mi fe. Sé que sigue lloviendo en su corazón. Y mientras cada mañana siga siendo noviembre, no me iré. Te querré siempre.

martes, 25 de enero de 2011

¿Dónde irán los sueños cuando no los conseguimos?

Todos vivimos tras un sueño. No sé: ser cantante, actor, médico, casarnos con nuestro amor platónico,ser una estrella de hollywood o escribir un libro. Pero quién no ha cerrado los ojos alguna vez y se ha imaginado en medio de un sueño cumplido. Supongo que en este mismo momento cientos de personas también cerrarán los ojos para recordar el sueño que les persigue hace sesenta años. Dicen que los sueños terminan convirtiéndose en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos. Supongo que a veces uno se pasa la vida esperando algo que nunca va a llegar. ¿Dónde irán los sueños cuando no los conseguimos?

martes, 23 de noviembre de 2010

Toda tu vida puede ser hoy

''Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón''
Encontré estas palabras hace muchísimo tiempo. Y hoy han vuelto a mi cabeza. Son las letras más frías que haya podido leer, pero nunca otras me llegaron tan adentro. Tanto, tanto, que lograron hacer 'clic' a todo lo que soy.
Estoy pensando en todas las veces que me he dicho ''Imagina tu vida dentro de treinta o cuarenta años ¿cómo la ves?''.
Y hoy por fin lo sé.
Sé que quizá dentro de tres o cuatro décadas yo ya no estaré aquí, y que cabe la posibilidad de que no haya un futuro, un ''de mayor quiero ser'', ni tampoco un ''cada mañana al despertarme imaginaba esto'', tal vez no pueda experimentar qué es el amor por un hijo, el orgullo de verlo crecer o las lágrimas de una madre que ve que su pequeño ya es un hombre.
También pueden evaporarse los grandes sueños de mi vida: quizá las últimas letras que vuelen desde mis dedos sean estas, quizá el momento oportuno nunca llegue, quizá la última ocasión de decir ''te quiero'' sea ahora.
La vida dentro de treinta o cuarenta años es hoy. Y sabiéndolo, imagina entonces tu vida dentro de treinta o curante años ¿cómo la ves?¿Es esto lo que habías imaginado para ti?
Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón...
Grábatelo en el corazón.
No te conformes, no actúes pensando en lo que vendrá mañana: tal vez no exista mañana. Trabaja en que tu sueño se haga realidad hoy, aprovecha cada oportunidad, fabrica te quieros cada vez que los sientas. No dejes marchar a alguien que no quieres perder, quizá no tengas tiempo de recuperarlo.
No hagas algo de lo que te arrepientas toda tu vida, porque toda tu vida, puede ser hoy.

martes, 2 de noviembre de 2010

Y otra vez, Noviembre.

Hace justo un año escribía que noviembre siempre había sido mi mes favorito. Cómo ha podido pasar tanto tiempo y yo sin darme cuenta. Pero aquí estoy, de nuevo es noviembre, y sigo empeñada (aunque nunca he sabido muy bien por qué) en que es el más mágico de los meses.
Es increible pero noviembre me recuerda todo lo que siempre he querido ser. Aunque luego no haga nada por lograrlo, aunque solo sea durante treinta días al año y diciembre se olvide de soñar de vez en cuando. No me importa porque noviembre es capaz de encontrarme y convertir en quizá todo los imposibles.
Noviembre, noviembre, noviembre, y dieciocho veces noviembre.
Tal vez algún día no necesite esperar tanto tiempo para volver a creer en mi y me despierte sabiendo quién soy y qué es lo que quiero. Mientras tanto el mes mágico seguirá haciéndome soñar cada noche que todo es posible. Y pronto, todos los meses serán Noviembre.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Noviembre

¿Alguna vez te has sentido solo? Hablo de domingos vacíos, de un único cepillo de dientes que hace años se quedó sin compañía. De un sofá para dos medio lleno. Hablo del hueco al otro lado de la cama, del calcetín que perdió su pareja entre lavadoras. De cafés fríos, de billetes de ida y de las despedidas. Hablo de canciones tristes y miradas que se olvidaron de hablar. Hablo de memorias que nadie ocupó. Hablo también de días de lluvia, de ausencia de sonrisas bajo los paraguas. De recuerdos difuminados. De coches empañados con mensajes escritos. De lágrimas disimuladas entre calles mojadas. Hablo del frío del mes de Noviembre. Hablo de ti, al otro lado del cristal. De como observas vidas mientras se apaga la tuya. Hablo de lo mucho que te gustaban los dias grises. De que te encantaba olvidar el chubasquero en casa, de la misma manera que hace ya algún tiempo olvidaste que noviembre siempre había sido tu mes favorito.

domingo, 30 de agosto de 2009

Corazón gris

Miguel se sienta en la parte delantera del autobús. Guarda su pasaje en la cartera, justo al lado de una fotografía algo deteriorada por el tiempo donde aparecen dos enamorados. Me pregunto si los años habrán provocado el mismo efecto en la relación de ese par de jóvenes. Imagino que el anciano es el muchacho que aparece en la instantánea, y me da por supone que estuvo realmente enamorado de ella. Saca un pequeño peine del bolsillo, y mientras arregla su pelo blanco decido que seguramente, fue muy atractivo. Cuando termina, dirige la mirada hacia el conductor, ocupado en contar las monedas mientras conduce con la mano izquierda. Miguel también era zurdo, jugó en el equipo de su barrio y más tarde lo ficho uno de segunda división. También cuenta que tiene una hija que vive en el extranjero y un hijo que le hizo abuelo hace algún tiempo, pero el señor, que ya ha terminado de contar las monedas, no lo escucha. Creo que quiere que Miguel baje del autobús lo antes posible. El anciano sonríe sin ganas, entiende lo que el conductor está intentando decirle con el gesto de su cara. Guarda sus palabras para otro momento, quizá cuando alguien se interese en escucharlo. Mira hacia la calle, está lloviendo. Puedo ver el rostro de Miguel difuminado entre el cristal y las gotas de lluvia. Tiene la mirada triste y lo que es peor, vacía. Se levanta con dificultad, y antes de marcharse me dedica una especie de mueca que no se muy bien qué significa. Creo que se ha dado cuenta de que lo he observado durante todo el trayecto. El señor que no ha querido escuchar a Miguel arranca, y pierdo de vista al hombre de pelo blanco que no lleva paraguas y se está mojando. ¿Habrá alguien que lo espere en casa? Me siento egoista pensando que a mi si me esperan, y me invade la sensación de que el corazón de Miguel está tan gris como el día de hoy.

sábado, 29 de agosto de 2009

Exprime tus sonrisas

Mañana es sinónimo de un día menos. Ayer es el recuerdo de lo que fue y ya no será. Y el hoy es tan efímero que lo único que puedes hacer es poner tus sentidos para guardar en la memoria un tiempo que automáticamente se convertirá en pasado. Porque la vida es ver como en un abrir y cerrar de ojos el ahora se convierte en antes, y el despues en ahora, para sucesivamente ir dejando todo atrás. Nos enfrentamos al tic-tac conscientes de que somos indefensos ante él, y aún así nos empeñamos en cargar a nuestra espalda el dolor que supone un tiempo que se nos va, un libro que nunca tendra segunda parte o un punto y final que estamos obligados a escribir. Y poco a poco olvidamos que por mucho que lo intentemos es imposible volver al pasado, o cambiar el sentido de las agujas del reloj, borrar los errores que cometimos, o revivir un momento en el que nos gustaría habernos quedado para siempre: dejando escapar gran parte de nuestra vida buscando la manera de congelar el presente.
Dejemos huella para aquellos que vengan, para que trazen una linea nueva y nuestro punto y final se convierta en un punto y seguido, para que cada vez que abramos el álbum de nuestra memoria nos sintamos orgullosos de lo que hemos hecho. Para poder decir algun día, que sentimos nostalgia por cada una de las sonrisas que hemos exprimido a lo largo de la vida. Porque lo importante no es el pudo haber sido y nunca fue, sino el puede ser, y seguro que así será.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Y más letras

Escribo cuando no queda nadie en quien confiar. Cuando estoy triste, y muy pocas veces, cuando estoy feliz. Escribo por necesidad y en ocasiones, me veo obligada a hacerlo para no volverme loca. Escribo lo que siento, lo que se me pasa por el corazón, y casi siempre, movida por impulsos. También escribo momentos, esos que la gente suele olvidar pero yo convierto en letras. Escribo para nadie, alguna que otra ocasión para mí misma. También cuando no tengo el valor de decir las cosas a la cara. Escribo porque cuando hablo nadie me entiende. Escribo porque soy demasiado nerviosa, y es lo único capaz de hacer que me siente más de cinco minutos seguidos. Escribo porque es mi forma de llorar y de reír a carcajadas. Escribo porque la vida es mucho más bonita cuando podemos leerla. Escribo porque es lo único que aún tengo ganas de seguir haciendo cada día. Escribo porque cada palabra me llena de ilusión y sueños (muchos sueños). Porque desde que aprendí a escribir, escribo. Escribo porque los números no se me dan demasiado bien. Escribo porque tengo memoria de pez. También porque otros cantan, dibujan, interpretan; y yo escribo. Escribo para pintar sonrisas. Escribo porque no soy más que letras. Escribo, no sé porqué, pero escribo.
Escribo por la misma razón que respiro

.